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.Los dientes eran blancos y amarillos, y los labios del animal eran negros y se habÃan contraÃdo para desnudar los dientes.Aquellos blanquÃsimos dientes se volvieron rojos al hundirse en la garganta de su padre.Chey oyó que su padre intentaba hablar.Al tratar de decirle algo, le salió un borboteo.El lobo retrocedió y el cuerpo de su padre tiró del cinturón de seguridad.Los cristales del parabrisas estaban por todas partes, en el suelo, en el salpicadero, en el cabello de Chey.El lobo tiró de nuevo y la garganta de su padre se desgarró.Sus ojos todavÃa miraban a Chey.Sus ojos parecÃan serenos.Como si controlaran plenamente la situación.Aún trataban de convencerla de que no pasaba nada.Su padre le mentÃa con los ojos.En los ojos verdes del lobo no se reflejaba más que la verdad.Chey chilló.Chilló y chilló, pero no parecÃa que el lobo la oyera.Su padre aún trataba de hablar.Movió los labios y levantó la mano hacia ella, pero parecÃa que no pudiera levantarla lo suficiente.Con un ruido sordo y suave, la mano cayó de nuevo sobre el asiento que los separaba.La sangre manaba de su garganta y le mojaba la camisa.El lobo se abalanzó de nuevo sobre él y le clavó los dientes en el hombro y el pecho.Tiró, y tiró, y el cuerpo de su padre escapó del cinturón de seguridad, con los brazos y los pies colgando.El lobo lo arrastró hasta la carretera.Entonces.Chey se quedó sola en el coche.Su padre habÃa.habÃa desaparecido junto con el lobo.El silencio habrÃa sido completo si el CD no hubiera estado sonando todavÃa.Chey lo apagó.Por el boquete en el parabrisas entraba aire fresco, una brisa que acariciaba la humedad de su rostro.Chey enderezó el cuerpo y miró afuera.AllÃ, a la luz de los faros delanteros, el lobo destrozaba el cadáver de su padre.Arrancaba pedazos de su cuerpo y los engullÃa convulsivamente.Lo devoraba.El lobo levantó la mirada con el rostro cubierto de sangre, salvo por esos ojos frÃos como el invierno.Esos ojos odiosos.Se volvieron hacia Chey y la juzgaron, y la condenaron.La despreciaron.«Dentro de un minuto —decÃan esos ojos—, habré terminado con esto.Entonces iré a por ti.»CapÃtulo 22Su padre.su padre habÃa muerto.HabÃa.habÃa muerto.Fue como ese momento en el que el avión aterriza y la presión en los oÃdos es tan intensa que no se puede oÃr nada.Entonces los oÃdos estallan y, de repente, se vuelve a oÃr.El tiempo avanzó de nuevo y todo volvió a la realidad.Chey chillaba y chillaba.Se habÃa cubierto los ojos con las manos para no tener que verlo y oprimÃa el rostro contra su propio hombro.Siguió chillando.No cambió nada con ello.No le sirvió para nada.El aire entraba y salÃa de sus pulmones, pero Chey seguÃa allà sentada.Estaba allà sentada sin hacer nada.La situación no habÃa cambiado: iba a morir.El lobo iba a hacerla pedazos y.y.Aún chillaba cuando se desabrochó el cinturón de seguridad, pero, por lo menos, reaccionaba.Lograba hacer algo.TenÃa la intención de abrir la puerta muy lentamente y salir.Y entonces correrÃa con toda la velocidad que pudiera.CorrerÃa hasta encontrar a alguien, alguien que pudiese ayudarla.Alguien que pudiera arreglarlo todo.De alguna manera.No tenÃa que preocuparse por los detalles, por cómo podrÃa arreglarse todo, porque en cuanto encontrara a esa persona, a ese hipotético Buen Samaritano, todas sus preguntas hallarÃan respuesta.Lo único que tenÃa que hacer era salir y correr.Pero eso no funcionarÃa, ¿verdad? CorrerÃa tan rápido como le permitiera su cuerpo, pero no serÃa suficiente.SabÃa que no.El lobo no la dejarÃa marchar.El lobo le darÃa alcance.La atraparÃa y la matarÃa.Eso era lo que el lobo querÃa.Y el lobo tenÃa toda la fuerza necesaria.TenÃa esos dientes, tenÃa zarpas y tenÃa millones y millones de años de evolución de su parte.SerÃa muy, muy hábil en perseguir a niñitas en la oscuridad y hacerlas pedazos.HabÃa un motivo por el que se habÃan inventado el fuego, y las armas de fuego, y las ciudades: como medio para protegerse de los.de los monstruos que corrÃan en la oscuridad.No tenÃa nada de eso a mano.Si entraba en el juego del lobo, morirÃa.Pero algo habrÃa que pudiese hacer.Algo que no fuera correr.Pensó de nuevo en el mÃtico personaje envuelto en la noche que lo arreglarÃa todo.Ese personaje estaba demasiado lejos como para poder ayudarla
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