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.Dace las habÃa examinado y habÃa dicho que eran de calidad pasable pero Yushuv estaba bastante más impresionado.La tarde declinaba y el viento se habÃa enfriado.El cielo habÃa adquirido un tono azulado más intenso de lo normal y Dace escudriñaba el firmamento con aire preocupado por si habÃa alguna señal de que se estuviera preparando una tormenta.No encontró ninguna pero eso no lo tranquilizó.Se arrodilló y empezó a dar vueltas entre los dedos a una brizna de hierba, como si esperara encontrar respuestas en ella.En su lugar, sólo logró que se le mancharan los dedos de savia y entonces la tiró al suelo.—¿Por qué estamos aquÃ? —la voz de Yushuv era entrecortada y carente de entonación y la pregunta parecÃa una acusación.—Porque —dijo Dace con tono fatigado— tenemos que llegar allà —señaló a la otra orilla del crecido arroyo, que albergaba una densa arboleda de sauces.Yushuv cruzó los brazos sobre el pecho y volvió la mirada hacia allÃ.—¿Por qué? ¿Por qué no seguimos sencillamente corriente abajo? Ahà no hay nada especial.Dace se volvió.Los esfuerzos que tenÃa que hacer por contenerse se veÃan en su rostro.—Tenemos que cruzas hasta allÃ, muchacho, porque si no me he equivocado al leer las estrellas, nuestro punto de encuentro se encuentra a un dÃa de marcha hacia el oeste, al otro lado del arroyo.Se supone que esto es un vado pero o bien me han informado mal o estamos perdidos del todo y ninguna de las posibilidades me hace especialmente feliz —inclinó la cabeza y lo fulminó con la mirada—.¿Tienes más preguntas?—Sà —Yushuv se sentó, se quitó las sandalias y metió los pies en el agua—.Has dicho que nos dirigÃamos a un punto de encuentro.¿Con quién vamos a encontrarnos?—Con alguien que nos ayudará.Si te persigue un espÃritu tan poderoso como se supone que es esa criatura de la que me has hablado, necesitaremos toda la ayuda que podamos conseguir, en especial la de alguien que conoce bien a los espÃritus.Se llama Lilith, ha visitado el campamento un par de veces mientras tú dormÃas o estabas en los bosques y deberÃa de ser capaz de ayudarte.«Aunque —añadió Dace para sus adentros—, aterrorice al muchacho hasta la médula.O puede que especialmente por ello».—¿Por qué no me lo habÃas contado?—No me preguntas.—¿Y si no quiero ir?—Entonces es muy probable que te acaben devorando.¿Algo más?—¿Por qué mataste al elfo?Dace exhaló violentamente.Por supuesto, aquella habÃa sido en todo momento la auténtica cuestión.El maldito elfo.HabÃa dejado que el bastardo de orejas puntiagudas lo provocara demasiado y al final habÃa perdido los estribos.Ahora que lo veÃa con distancia, era posible que el elfo hubiera pretendido eso desde el principio, para separarlo de Yushuv.Ahora estaba irritado con el muchacho y el muchacho no confiaba en él y eso los convertirÃa en presas más fáciles para quienquiera que los estuviera persiguiendo por el bosque.Suspiró, se sentó en cuclillas junto a la orilla del rÃo y arrojó un guijarro al agua.Rebotó una, dos, tres veces antes de hundirse bajo la superficie.—Si te dijera que lo hice por ti, no me creerÃas, ¿verdad? —Yushuv sacudió la cabeza y Dace esbozó una sonrisa sombrÃa—.Por supuesto que no.Ya lo suponÃa.»Mira, Yushuv, lamento haberlo hecho de aquella manera, pero no lamento haberlo hecho.Esa cosa a la que maté no era humana.Ni remotamente.No le gustabas más que del mismo modo en que a ti te gusta una trucha frita sobre una piedra plana y no te deseaba nada bueno.Todo cuanto te dijera era una mentira, aderezada con la verdad suficiente para que pareciera factible.Cuanto más hubiera permanecido con nosotros, más veneno hubiera vertido en tus oÃdos.Una semana más y hubieras terminado por creer que era un pobre inocente y yo un secuestrador ávido de sangre.—¿Y no lo eres?—No, yo soy un asesino desapasionado.No es lo mismo, Yushuv.Soy un guerrero, un general.He mandado hombres en el campo de batalla y en la arena y no me desenvuelvo bien con los juegos de palabras y los trucos.Ésas son cosas de la Buena Gente: ilusiones y mentiras y medias verdades y fantasÃas.Yo sólo sé hacer dos cosas bien: matar a mis enemigos y conservar con vida a los mÃos.Contempló el agua, ignorando la desagradable sensación de que algo en la otra orilla podÃa estar observándolo.—Soy un pésimo maestro para ti, Yushuv.No se me dan bien los niños, nunca se me han dado bien.Sólo sé mandar hombres adultos, dispuestos a acatar mis órdenes como si proviniesen del mismÃsimo Cielo sin hacer preguntas.No sé por qué me enviaron a buscarte e instruirte, pero puede que Lilith supiera algo que yo ignoro y quisiera que yo te protegiera.No se me da bien contestar preguntas ni librar duelos con palabras.Lo único que sé es que debo mantenerte a salvo y cada instante que esa criatura pasaba con vida podÃa sentir cómo te estaba devorando.No sé lo que te depara el destino, Yushuv.Supongo que grandes cosas.Pero sà que sé que ese elfo —prácticamente escupió la palabra— estaba tratando de conseguir que dudaras de ti mismo.Que cuestionaras todo lo que vas a hacer.No puedes permitirte eso.Las cosas que habrás de afrontar serán rápidas y letales y crueles y si vacilas, morirás.Asà que olvida todo lo que te dijo.OlvÃdalo todo.Sigue tus instintos, Yushuv, y haz lo que creas correcto.Yo sólo estoy aquà para instruirte de modo que cuando decidas actuar, actúes lo mejor y lo más deprisa posible.Yushuv se volvió hacia él.Su mirada era una acusación.—Es no es una explicación, y lo sabes.¿Por qué lo mataste?Dace se encogió de hombros.—Tienes razón.No lo es.En último caso, lo maté porque me estaba volviendo loco.En parte porque te estaba amenazando y en parte porque me habÃa dicho que iba a hacerlo y me habÃa desafiado a que hiciera algo para impedirlo.Pero supongo que no debiera haberlo matado de aquella manera.Ha hecho que parezca mejor de lo que era.—Pero aún asà sigue sin tener sentido.¿Por qué iba a dejarse capturar si no hubiera querido ayudarnos de verdad? ¿Por qué las vituallas y los suministros? ¿Por qué iba a colocarse en una situación en la que podrÃan matarlo? —las preguntas de Yushuv estaban llenas de una urgencia terrible y su expresión era suplicante.Dace eligió sus palabras cuidadosamente.—¿Por qué utilizas miel para capturar moscas? Te cuesta algo; la miel no es barata.Pero a las moscas les cuesta más.No confundas tus deseos con la realidad.Las sonrisas esconden cuchillos demasiado a menudo.Piénsalo.Si sólo hubiera querido lastimarte, te habrÃa disparado en los bosques o hubiera cargado y entonces uno de nosotros lo habrÃa matado.De este modo consiguió acercarse lo bastante como para hacer daño de verdad.Las arrugas de la frente de Yushuv demostraban que aún no estaba satisfecho.—Sin embargo, si de verdad hubiera querido hacerme daño, podrÃa habernos disparado a los dos.No supimos que estaba allà hasta que nos habló.—Creo, Yushuv, que deseaba más hacerte daño que verte muerto —dicho lo cual, los dos volvieron a guardar silencio durante algún rato.***Fue Yushuv el primero en levantarse.Sacudió los pies para quitarse el agua y volvió a ponerse las sandalias.—DeberÃamos ponernos en marcha —dijo y dirigió la mirada a la otra orilla—.Pronto oscurecerá y será mejor que hayamos cruzado para entonces.Dace se puso en pie y levantó la mirada hacia el cielo.—Bueno, por aquà no vamos a cruzar, eso está claro.La corriente parece rápida y profunda y, además, yo no floto.Lo más probable es que aguas abajo se ensanche el rÃo pero la corriente se frene; aguas arriba podrÃamos tener más suerte.Pero eso será mañana
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