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.—Pero…—¡No hay pero que valga! Pero… si yo tuviera que santiguar a alguno, no necesitaría hacer ejercicios de natación ante un espejo, ni flinflanes de ninguna clase.Suponte tú que estuvieras en algún sitio y un individuo empezara a insultarte.¿Saldrías a boxearle dando saltitos como un maestro de baile? ¡No! Le tumbarías de un porrazo (¡al menos eso es lo que espero de cualquier hijo mío!) y después no volverías a ocuparte del asunto y sanseacabó.¡Y no vas a aprender boxeo, y menos por correspondencia!—Bueno, pero… Sí… Yo sólo quería enseñaros la variedad de cursos por correspondencia que hay, en vez de todas esas camelancias que nos enseñan en el instituto.—Yo creía que os enseñaban boxeo en el gimnasio.—Eso es diferente.Le meten a uno allí y un fulano se divierte majándonos a golpes y uno se queda sin aprender ni jota.Bueno… Oíd lo que dicen estos otros.Los anuncios eran realmente filantrópicos.Uno de ellos ostentaba el entusiasta título:¡DINERO! ¡¡DINERO!! ¡¡¡DINERO!!!El segundo anunciaba:Mr.P.R., que antes ganaba solamente dieciocho dólares a la semana en una barbería, nos escribe que gracias a nuestro curso está sacando ahora $5000 como especialista osteovital.Y el tercero:Miss J.L., hasta hace poco modesta empleada de un establecimiento, gana hoy Diez Dólares diarios enseñando nuestro Sistema Hindú de Respiración Vibratoria y Control Mental.Ted había coleccionado cincuenta o sesenta anuncios, recortados de anuarios comerciales, de periódicos de escuelas dominicales, de revistas literarias y de publicaciones misceláneas.Un bienhechor imploraba:No «coma pavo»—Gane Popularidad y Dinero—USTED puede tocar el banjo y meterse en Sociedad.Con las reglas de un Recién Descubierto Método de Instrucción Musical, cualquier persona —hombre, mujer o niño— puede, sin ejercicios cansados, entrenamiento especial o largos estudios, y sin perder tiempo, dinero ni energía, aprender a tocar nota por nota, el piano, el banjo, el cornetín, el saxofón, el violín o el tambor, y aprender a leer a primera vista.El otro, bajo el título «Se necesitan detectives especializados en impresiones digitales — ¡Grandes ingresos!», decía:Vosotros los que tenéis sangre en las venas.Ésta es la PROFESIÓN que habéis estado buscando.Aquí hay DINERO, y esa rápida mutación de escena, ese interés arrebatador, esa fascinación que vuestro espíritu aventurero ansiaba.Imaginaos ser la figura capital en el arte de aclarar misterios, de frustrar crímenes.Esta maravillosa profesión os pone en contacto con personas de influencia, que os tratan de igual a igual, y os da a menudo ocasión de viajar, tal vez a lejanos países, con todos los gastos pagados.NO SE REQUIERE EDUCACIÓN ESPECIAL.—¡Sopla! Éste se lleva el primer premio.¡Sería formidable viajar por todo el mundo y echar mano a un ladrón famoso! —dijo Ted a gritos.—No me entusiasma la idea.Lo más probable es que salgas con algún hueso roto.Sin embargo, eso de la música puede que no esté mal.No hay razón, si peritos competentes se ponen a ello, para que no se descubra un sistema de estudiar música sin necesidad de perder la paciencia haciendo ejercicios.Babbitt estaba conmovido, y su amor paternal le hacía sentir que ellos dos, los hombres de la familia, se comprendían mutuamente.Escuchó los anuncios de las universidades postales que enseñaban a escribir novelas cortas, a perfeccionar la memoria, a hacer películas, a desarrollar el poder espiritual.Había cursos de todo: Teneduría de Libros y Español, Quiropodia y Fotografía, Ingeniería Eléctrica y Decoración de Interiores, Avicultura y Química.—Bueno, bueno… —murmuró Babbitt buscando una expresión adecuada a su admiración—.¡Mecachis en la mar! Ya sabía yo que esto de las escuelas por correspondencia se había convertido en un negocio provechoso (el mío en comparación no vale dos cuartos), pero no podía figurarme que hubiera llegado a tanto.¡Es una industria como otra cualquiera! Debe estar al nivel de los ultramarinos y del cine.Siempre pensé que más tarde o más temprano habría de llegar alguien con bastante seso para suplantar a los teorizantes nulos, a los ratones de biblioteca, y hacer de la educación algo positivo.Sí, comprendo que una porción de esos cursos pueden interesarte.Tengo que preguntar a los compañeros del Athletic Club si se han dado cuenta de que… Pero, al mismo tiempo, Ted, ya sabes que los anunciantes, quiero decir algunos anunciantes, exageran mucho.No sé yo si podrás empollarte esos cursos tan aprisa como dicen.—Desde luego, papá; no cabe duda.Ted tenía el inmenso aplomo del muchacho que es respetuosamente escuchado por sus mayores.Babbitt se dirigía a él con cariñosa atención.—Comprendo la influencia que esos cursos pueden tener en la educación.Claro que yo nunca lo digo en público (graduado de una universidad del Estado, no puedo menos, aunque sólo sea por patriotismo y por decencia, de dar bombo a la institución donde me he educado), pero en realidad se pierde muchísimo tiempo allí estudiando poesía y francés y otras cosas que nunca le han producido a nadie un centavo.No sé, pero quizás esos cursos por correspondencia resulten una de las más importantes invenciones norteamericanas.¡Lo malo es que hay tantos materialistas! No ven el lado espiritual y mental de la supremacía norteamericana; creen que invenciones como el teléfono, el aeroplano, la telegrafía sin hilos… No, ésa fue una invención italiana, pero es lo mismo: creen que tales progresos mecánicos son lo único que nos importa; mientras que un verdadero pensador ve que los movimientos espirituales dominantes como la Eficiencia, el Rotarianismo, la Prohibición y la Democracia son nuestra mayor y más auténtica riqueza.Y quizás este nuevo principio de educación en casa sea otro…; quizá sea otro factor… Lo primero, Ted, es tener Visión.—¡Yo creo que esos cursos por correspondencia son horribles!Los filósofos se quedaron boquiabiertos [ Pobierz całość w formacie PDF ]