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.Nos ocuparemos de que lo reciban con la mayor brevedad posible.Las naves rebeldes que flotaban sobre la Instalación de las Fauces parecÃan estructuras surgidas de una pesadilla, y estaban abriéndose paso por entre los haces láser defensivos de la Instalación prestándoles tan poca atención como si fueran simples picaduras de insectos.Doxin estaba sentado delante de un puesto de comunicación interlaboratorios, y lanzó un grito de alegrÃa al ver cómo una de las corbetas rebeldes se encogÃa sobre sà misma y se desintegraba un instante después, convirtiéndose en una nube de placas metálicas pulverizadas que quedó envuelta por los chorros del combustible y los gases refrigerantes que escapaban de sus depósitos.—¡Ha funcionado! —exclamó—.¡El CFMC ha funcionado!Dio unos golpecitos en la conexión receptora de su oreja, escuchó y torció sus enormes labios con visible preocupación.Cuando Doxin frunció el ceño, las ondulaciones recorrieron su calva cabeza y subieron hasta su coronilla, esparciéndose por ella como surcos abiertos sobre un terreno escarpado.—Desgraciadamente no tendremos ocasión de utilizarlo una segunda vez, director, ya que el CFMC no parece haber funcionado exactamente tal como se esperaba —siguió diciendo—.Pero creo que el éxito obtenido contra un objetivo real ha demostrado que el sistema merece que se siga trabajando en él.—Desde luego —asintió Sivron, contemplando con admiración la nube de restos de la corbeta que todavÃa estaba expandiéndose lentamente por el espacio—.Debemos celebrar una reunión de verificación para continuar examinando el tema.—El sistema no responde —dijo Doxin.La segunda corbeta rebelde avanzó a toda velocidad escupiendo fuego por todos sus sistemas de armamento, y el asteroide que albergaba los laboratorios y despachos de la división de conceptos de alta energÃa quedó incinerado bajo el diluvio destructor.—Bien, al parecer está claro que el CFMC ha quedado totalmente inservible —dijo Sivron.Doxin estaba profundamente decepcionado.—Ahora nunca podremos llevar a cabo un análisis posdisparo —dijo con un suspiro—.No se cómo nos las arreglaremos para redactar un informe sin disponer de los datos necesarios.Una sorda vibración recorrió todo el complejo.Tol Sivron volvió la mirada hacia el pasillo mientras sus lÃderes de división se apelotonaban detrás de él para ver qué habÃa ocurrido.Hilachas de humo gris blanquecino habÃan empezado a deslizarse por los corredores, y estaban sobrecargando los sistemas de ventilación.Las pantallas de los monitores de ordenador instaladas en la sala de conferencias se apagaron de repente.Sivron se estaba poniendo en pie para exigir una explicación cuando las luces de todos los despachos parpadearon y se apagaron, siendo sustituidas un instante después por la débil claridad verdosa de los sistemas de emergencia.El capitán de las tropas de asalto entró corriendo en la sala de conferencias con un repiquetear de botas sobre las baldosas del suelo.—¿Qué está ocurriendo, capitán? —preguntó Tol Sivron—.Infórmeme de la situación.—Acabamos de completar con éxito la destrucción del núcleo principal del ordenador, señor —respondió el capitán.—¿Que han hecho qué? —gritó Sivron.El capitán siguió hablando con su voz seca y metálica.—Necesitamos disponer de sus códigos personales para acceder a las copias de seguridad, director.Vamos a irradiarlas para borrar toda la información clasificada.—¿Figura eso en los procedimientos de emergencia? —Tol Sivron volvió la cabeza de derecha a izquierda buscando una respuesta de sus lÃderes de división, y acabó cogiendo el ejemplar del manual de Procedimientos de Emergencia que tenÃa delante—.¿En qué página lo ha encontrado, capitán?—No podemos permitir que nuestros datos más vitales caigan en manos de los rebeldes, señor.Las copias de seguridad de los bancos de datos del ordenador deben ser destruidas antes de que los invasores tomen el control de este complejo.—No estoy muy segura de que tratáramos esa contingencia cuando redactamos el manual —dijo Golanda, encogiéndose de hombros mientras pasaba las páginas de su ejemplar.—Quizá tendrÃamos que incluirla en forma de apéndice.—sugirió Yemm.Wermyn se habÃa puesto en pie y estaba hurgando entre sus papeles con su única y robusta manaza.—¡Lo he encontrado, director! —exclamó de repente—.Está en la Sección 5.4.«En el Caso de Invasión Rebelde», párrafo (C).Si parece probable que una invasión de esas caracterÃsticas consiga adueñarse de la Instalación, debo llevar a mi equipo hasta el asteroide en el que se encuentra el reactor central y destruir las torres de refrigeración para que todo el sistema entre en fase supercrÃtica, con lo que destruirá la base y también a los invasores.—¡Excelente, excelente! —dijo Tol Sivron, que acababa de encontrar la página buscada y estaba leyendo el párrafo—
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