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.Las noches se hacian más frescas.Abajo el termómetro marcaba 16 grados y subió el termostato.La casa de los Bragg no tenia bodega.resultaban raras en Florida central.pero tenÃa una sala de calderas y estaban eficientemente calentadas por petróleo.¡Petróleo!Dudaba que tuviese que preocuparse por petróleo.El tanque de combustible se llenó en noviembre y hasta ahora el invierno fue suave.En el garaje Randy encontró dos latas de gasolina vacÃas de veinte litros cada una.Las puso en el portamaletas del coche y marchó a la ciudad.La estación de Jerry Kling estaba todavÃa abierta, pero Jerry habÃa apagado ya el cartel luminoso y estaba haciendo arqueo de caja eñ la registradora.Jerry llenó el depósito y las dos latas extra y cuando, pensándolo mejor, pidió veinte litros de petróleo y cinco más de bencina, le sirvió.Volviendo a River Road, Randy disminuyó la marcha al llegar a casa de los McGovern.Todas las luces estaban encendidas.Entró por el sendero.Eran las diez y media.No era necesario que partiese hacia el puerto de Orlando hasta las dos de la madrugada.IIICasi amanecÃa en el Mediterráneo Oriental cuando el «Saratoga», aumentando la velocidad en las estrechas aguas entre Chipre y el LÃbano, catapultó a cuatro F-ll-F Tigers, los más rápidos aviones de combate de su dotación.Para entonces, el reactor de reconocimiento que habÃa sombreado al Grupo de Ataque 6, 7 a través de las horas de oscuridad habÃa desaparecido de las pantallas de radar.El estado mayor del almirante estaba convencido de que otro ocuparÃa su lugar, como la mañana anterior, pero este dÃa el fisgón recibirÃa una sorpresa.La misión primaria del Grupo de Ataque 6,7 era apostarse en el golfo de Iskenderun y animar a los turcos, que estaban sufriendo una pesada propaganda polÃtica.La seguridad de la fuerza armada quedarÃa en peligro si su formación peligrosamente próxima, en esta zona confinada, resultaba observada.Del todo, con frecuencia, en las corrientes de la historia, la humanidad se veÃa influenciada o cambiada por el carácter y las acciones de un hombre.En este caso el hombre no era un oficial de Washington, o el almirante al mando del Grupo de Ataque 6,7, ni siquiera el capitán del Comando Aéreo del «Saratoga».El hombre era el alferez James Cobb, de apodo Peewee, el más joven y pequeño piloto del Escuadrón de Combate 44.El alferez Cobb fue destinado a misión de servicio de patrulla en esta mañana del sábado simplemente porque le tocaba el turno.TenÃa apenas uno sesenta y cuatro de altura, pesaba cincuenta y seis kilos y parecÃa más joven que sus veintitrés años.Bajo una pelambrera de corte militar, su cabeza roja parecÃa grande y desmesurada.Su rostro estaba salpicado de pecas.En presencia de las chicas, era tÃmido hasta casi el punto del pánico.En los maravillosos puertos de Nápoles, Niza y Estambul, se distinguÃa como único piloto del 44 que nunca encontraba motivos para pedir una noche de permiso en tierra.Cuando se instaló en la cabina de su aeronave, todo el carácter de Peewee Cobb cambió, como de costumbre.Nada más sus manos y sus pies estaban en los mandos, era como si creciese y fuese más rápido que su avión de combate supersónico y más potente que el armamento del aparato.Como compensación para las deficiencias fÃsicas externas tenÃa el don de reacciones soberbias y de una gran vista.Estaba considerado como superior en cohetes y artillerÃa.Experimentaba una fiera emoción al lanzar a su F-ll-F a través del mach y hasta el lÃmite de su capacidad.PodÃa adelantar a cualquiera de la escuadrilla, incluyendo al teniente andante que la mandaba y que una vez dijo:—Peewee puede ser un ratón en el navio, pero es un tigre en un Tiger.Si lo envÃo arriba con órdenes de derribar la luna, lo intentaré.Ahora, por primera vez, Peewee Cobb volaba CAP bajo condiciones de guerra, no habiendo combate armado con cohetes vivos y sà órdenes de interceptar y destruir a un fisgón si aparecÃa.Subiendo rápido en la oscuridad, rezó porque el intruso apareciese, que intentara penetrar en su sector.Si lo hacÃa, nadie se reirÃa de su tamaño, de su voz chillona, de su cara, o de su torpeza efectiva con las mujeres.Peewee Cobb tenÃa un nombre en clave, Girasol 4, instrucciones de volar en órbita sobre una área del mar que iba desde Haifa hasta la proa del Grupo de Ataque 6,7.Si el avión reactor de reconocimiento hostil venÃa de una base de Egipto a Albania, estarÃa en posición de interceptarlo.Su aparato estaba armado con sidewinders cohetes ingeniosos de una sola idea fija, localizadores de calor.El morro de un sidewinder era sensitivo a los rayos infrarrojos de cualquier fuente calorÃfica.Peewe habÃa disparado dos en ejercicios de prácticas.No sólo habÃa destruido los blancos, sino que sin equivocación se perdieron por las tuberÃas de escape de los cohetes enemigos, de las toberas de los cohetes.A diez mil metros, Peewee juzgó que habÃan llegado a su punto y llamó pidiendo una fijación de radar.El crucero lanzaproyectiles dirigidos «Canberra», el navio más próximo de la formación, confirmó su posición.Mientras daba vueltas en cÃrculo, el délo hacia el sureste se iluminó.Cuando el sol tocó las puntas de sus alas el mar abajo seguÃa oscuro.Entonces, gradualmente, la forma del color del mar y la tierra se hicieron evidentes.Se sentÃa por entero solo y parte de esta transformación, como si lo vigilase desde un planeta distinto.Revisó su mapa.Lejos, hacia el este, divisó Monte Carmelo y un rÃo y más allá, estaban las colinas del elegido, también llamadas de Armagedó.Continuó en su órbita.Sus auriculares crugieron y él reconoció la llamada del «Saratoga».La voz del controlador de combate dijo:—Girasol 4, tenemos una señal.El está en los ángulos veinticinco, su velocidad quinientos nudos.Su curso e intercepción es de treinta grados.¡A por él!Asà que el fisgón estarÃa al norte suyo y corriendo costa arriba, esperando alcanzar el flanco del grupo de ataque y observarlo por radar desde una posición cerca del territorio amigo de Siria.Peewee se encaminó hacia el lugar indicado y puso sus motores al noventa y nueve por cien de su potencia.Se deslizó por los mach con un ligero y emocionante temblor; cada quince o veinte segundos hacÃa pequeñas alteraciones de rumbo en, respuesta a las instrucciones del «Saratoga», que tenÃa en sus pantallas a ambos aviones.Entonces lo vio, destello del sol sobre el metal, picando a gran velocidad.Hizo bajar el morro del tiger y le siguió, informando:—Me acerco al blanco.Tocó el interruptor que armaba sus cohetes y otro que servÃa para el mando manual.La caza le hacÃa bajar hasta tres mil metres y su adversario seguÃa perdiendo altitud.Era un reactor de dos motores, un IL-33, creÃa Peewee, y notablemente rápido a tan escasa altura.No habÃa duda que el espÃa se habÃa dado cuenta de que le perseguÃa, porque una aeronave de reconocimiento estarÃa equipada con radar.Se mantuvo firme al Mach 1,5, pero la proporción de su acercamiento disminuyó.Muy lejos Peewe vio el puerto de Siria llamado Latakia, famosamente convertido en una importante base de submarinos rojos.Al cabo de pocos segundos estarÃa en agua territoriales sirias y unos pocos más le llevarÃan sobre el propio puerto
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