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.Ya no estará más.Yelena les contará a los niños: papá se fue, se fue para siempre, está en el cielo, con los angelitos; o, más probablemente, está en el cubo de la basura, con los cascos de coca-cola vacíos, con los cartones, con los paquetes de leche vacíos, no va a volver más.Uno no busca a la gente que se achicharra en el infierno.Mamá y Maika ya no quieren volver a verlo.Mamá buscará otro papá para Maika, un papá bueno que no se irá nunca, que nunca empujará a las adolescentes entre los arbustos.Hay veces en las que Yuri está convencido de que no volverá a ver a sus hijos, pero en otras ocasiones confía en que Traian le ayude alguna vez a traérselos a España, como le ayudó a salir de la cárcel.Pero qué haría él con tres niños en este chalet en el que folla con Irina, este chalet en el que dejan la coca encima de la mesa y las pistolas cuelgan de los percheros.Piensa en que no le gustaría que Maika estuviera con Irina.Yuri escucha hablar a Traian y se queda pensativo y se toma otro trago (¿quién no sabe que va a morir? Destino universal), y siente una especie de prisa, y piensa en que hoy será Traian el que se folle a Irina, y quiere ser él (otra vez, follar y sufrir el castigo, si Traian se entera; Traian lo sabe, y él sabe que Traian lo sabe.Nadie escapa de su destino).Él cree que Irina no sabe nada de lo que ocurrió en Italia, que no sabe que Yuri se lo debe todo a Traian, que lo sacó de la cárcel donde tenía que haberse podrido, o haber esperado a que vinieran a buscarlo los enviados del padre de la adolescente.Pero a Irina sí que se lo ha contado Traian, y, por eso, ella se ha permitido jugar casi desde el primer día con él, hacer como que no sabe lo que sabe, lo que Traian le ha contado.Sabe que si una se tiende en el borde de la piscina, si pasea en bragas por la casa, él acude; fue por eso por lo que, el primer día que se quedó a solas con él en el chalet, aunque era invierno se puso el jerseicito por encima del ombligo, para que él le mirara el piercing.El metal del piercing brillaba como brilla el metal del anzuelo en el fondo del agua.Ese día se lo enseña, ¿te gusta?, le dice, y él enseguida —tal y como ella ha previsto— se interesa por el piercing, le pregunta por el piercing que lleva junto al ombligo, y por el de la nariz, ¿cómo te los hicieron? Daño, tuvo que hacerte daño, no me digas que no, ¿dónde te hicieron daño, en qué local te lo hicieron, dónde le hicieron daño a mi niña? Esa noche le cuenta que su mujer lo ha dejado, que ya no tiene hijos a los que cuidar, tú eres mi única hijita.Ahora, tengo que procurar que nadie te haga daño, como te lo han hecho otras veces (ella también le cuenta cosas de su pasado), ¿dónde te hicieron daño, dónde le hicieron daño a mi niña? Ahí, ahí, déjame que te alivie ese daño que te hicieron, que te lama, que te lama con suavidad, que te acaricie para aliviarte de lo que te hicieron esos desaprensivos, cómo fueron capaces, ¿me dices que tú querías? ¿Me dices que tú querías que te hicieran eso? ¿Que pagaste para que te lo hicieran? ¿Qué no tuviste miedo de que te hicieran daño? Y a mí, dime cómo vas a pagarme a mí para que te alivie ese dolor, para que remedie ese mal.Ellos te hacen daño y yo te curo.Será un secreto entre los dos, yo seré tu médico, tu padre bueno, ese que no has tenido (ella le ha contado también que no conoció a su padre; a él, eso lo excita aún más, deseo y desgracia van de la mano), enséñamelo, enséñame el sitio donde te agujerearon esos hijos de puta, así, con la yema del dedo te curo, con el aliento de mi boca te curo, con mis labios te curo, te curo con mi saliva, con mi lengua, soy papá, soy el doctor.Y él, Traian, ¿te hace daño? También él te agujerea, y todos esos que pasan por el club te agujerean [ Pobierz całość w formacie PDF ]