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.Amigos muy íntimos.Dejó la frase en suspenso unos segundos antes de precisar:—Pero fue hace mucho tiempo, mucho antes de que tú nacieras.Mirando atentamente a la joven, Matt no pudo evitar sentirse turbado por su parecido con Elliott.Angie había heredado muchos rasgos armoniosos de su padre, pero no su lado inquieto.Era una mujer hecha y derecha que, pese a su tristeza, parecía sentirse bien consigo misma.—Mi padre ha dejado esto para usted —dijo, tendiéndole una bolsa de papel kraft.—¡Ah! —exclamó él, sorprendido, aceptando el paquete.Angie vaciló un poco antes de añadir:—Unas semanas antes de morir, me dijo que si algún día me pasaba algo grave.—¿Sí? —dijo Matt para animar a la joven a acabar la frase.—Que si alguna vez tenía un problema, no debía dudar en acudir a usted.Emocionado y reconfortado por esa muestra de confianza, Matt tardó un momento en contestar:—Por supuesto, te ayudaré en todo lo que pueda.—Bueno, quizá volvamos a vernos pronto.Adiós —añadió Angie, antes de alejarse como una sombra.Matt esperó hasta que la hubo perdido de vista para volverse hacia la tumba de Elliott.—Puedes contar conmigo —afirmó—, velaré por ella.Después se marchó del cementerio, un poco menos compungido que a su llegada.Con los ojos brillantes, Matt conducía por la Highway 29 en dirección a Calistoga, la pequeña ciudad de Napa Valley donde se hallaba situada su explotación vitícola.Tiffany estaba en Europa promocionando el vino que producían y no le apetecía ir solo a San Francisco, a una casa vacía y fría.Al volante de su bólido, atravesó Oakville y St.Helena antes de llegar a la propiedad que era su orgullo.Matt era un hombre rico.Desde hacía treinta años, no había escatimado esfuerzos para convertir su finca en una de las más cotizadas de la región.Pulsó el mando a distancia y la barrera automática le abrió las puertas de la bodega.Atravesó el jardín antes de aparcar el coche al final de un camino de grava.La vieja casa de madera, derribada hacía tiempo, había dejado paso a una bonita edificación a la vez clásica y contemporánea.Saludó al guarda y bajó directamente a la bodega de degustación.Era una gran sala decorada con cuadros y esculturas de artistas reputados:Fernand Léger, Dubuffet, César., así como un Basquiat valiosísimo que le había regalado a Tiffany con motivo de su último cumpleaños.La suave iluminación daba al parqué una bonita tonalidad dorada.Matt se sentó en un banco de roble y abrió con excitación el envoltorio de papel, impaciente por ver lo que le había «legado» su amigo.Dentro de la bolsa había una caja de madera clara que contenía dos botellas de vino.Las examinó con atención: Château Latour 1959 y Château Mouton Tothschild 1982.Dos cosechas grandiosas para dos de los mejores vinos del Médoc: una especie de perfección en este bajo mundo.Divertido por ese guiño que le hacía Elliott, Matt levantó una botella y descubrió con estupefacción un gran cuaderno con tapas de molesquín al fondo del estuche.En un segundo, su estado pasó de la diversión a la sorpresa y luego a la excitación, y cuando abrió el cuaderno las manos le temblaban.Había un centenar de páginas escritas con una letra cuidada que reconoció como la de su amigo.Al leer la primera página, a Matt se le puso la carne de gallina.Querido Matt:Si lees estas líneas es que esta maldita enfermedad ha podido conmigo.He luchado hasta el final, pero hay adversarios a los que no se puede vencer.Seguramente viste mi esquela en el periódico de ayer y, como tienes buen corazón, te las habrás arreglado para ir a mi entierro.Incluso podría apostar que has permanecido detrás de un árbol en espera de poder conversar tranquilamente con mi lápida.Sé que sigues resentido conmigo.Sé que nunca entendiste mi comportamiento y que has sufrido tanto como yo.Me habría gustado darte explicaciones antes, pero me era imposible.Ahora comprenderás por qué.Esta es la increíble aventura que me tocó vivir y que nos afectó a todos: a ti, a Ilena y a mí.Intenté en todo momento tomar las decisiones correctas, pero, como verás, tenía un margen de maniobra muy estrecho.Cuando hayas terminado de leer estas páginas, no se te ocurra reprocharte nada.Siempre has estado ahí para mí y he tenido una suerte enorme de tenerte como amigo.No estés triste [ Pobierz całość w formacie PDF ]