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.Algunos paseantes estaban sopesando si era conveniente volver sobre sus pasos para intervenir en un abuso que los sublevaba cuando, fija la mirada en los dos hombres, los vieron subir a la acera de los pares, frente a una panaderÃa.AllÃ, el individuo armado, despreciando la gran cantidad de gente que transitaba huyendo de la lluvia, dirigió la boca de su arma hacia el cuello de su rehén, y sin que nadie pudiera impedirlo, disparó.Fue un solo tiro, pero suficiente para acabar con él.La bala le alcanzó de lleno, matándole en el acto.Al ruido de la detonación, los transeúntes se precipitaron a detener al autor del disparo, quien defendiéndose a patadas y empujones logró escapar a la carrera.Un joven habÃa muerto en extrañas circunstancias, pero ¿quién lo habÃa matado? ¿Por qué lo habÃan asesinado?Sospechosos• Enrique, un ex policÃa y ex sereno a quien el vicio por el alcohol habÃa convertido en un intratable.Por su antiguo oficio conservaba un arma corta con la que a veces solÃa ir de noche para estar seguro, según él, de que nadie se atreverÃa a hacerle daño.• Carlos, un estudiante de una familia adinerada con una gran afición por las armas de fuego y un carácter irascible.SolÃa mostrarse con prepotencia y atrevimiento en los sitios a los que acudÃa y cuando bebÃa más de la cuenta se ponÃa muy pesado hablando de la guerra.• Juan, un pistolero, delincuente habitual, que al sentirse reconocido pudo tomar un rehén al azar para poder huir de una situación de peligro, en la que pudo haberse visto envuelto puesto que la policÃa le seguÃa los pasos muy de cerca.TenÃa buena punterÃa con las armas de fuego.Pistas• La vÃctima fue identificada como Antonio GarcÃa, de 19 años, soltero.• Las dos parejas de novios, testigos del crimen, declararon que el agresor, a quien no conocÃan, habÃa tropezado y dado un pisotón a Julián, uno de ellos, volviéndose amenazador y dando muestra de una gran agresividad.• La vÃctima fue definida como un hijo modelo de una familia ejemplar.Su padre, de 44 años, era natural de Pedro Abad, Córdoba, y tenÃa otros dos chicos.La profesión del padre fue la de mecánico, pero un accidente de automóvil le produjo una fractura de la columna vertebral, lo que le dejó inútil para ese trabajo.Desde entonces era agente de seguros y representante de algunas firmas comerciales.Se declaraba apolÃtico.• La vÃctima tomó el mismo oficio de mecánico que tuvo su padre.TenÃa talento como inventor y pese a su juventud habÃa sido capaz de construir un motor y una máquina para fabricar cajas de cerillas.Por las noches asistÃa a clase a fin de llegar a ser perito industrial.• Antonio, la vÃctima, era de carácter apacible y tranquilo y no tenÃa otra obsesión que aportar a su casa todo lo posible para evitar que su padre tuviera que sacrificarse.Ganaba alrededor de cinco duros diarios.• Todo el mundo calificó el crimen de absurdo e insensato.• Julián, uno de los principales testigos del drama, estaba enfermo de los nervios y padecÃa un tic que alteraba sus facciones.• Francisco Ortiz, el testigo más importante, al que el agresor puso la pistola en la espalda una vez montada antes de disparar sobre su amigo y vÃctima, Antonio, declaró que vio cómo el delincuente dirigÃa la carga de su arma sobre Antonio, creyendo al principio que habÃa dado un tiro al aire pero saliendo de su error al ver a la vÃctima echarse las manos al cuello.• Una vez cayó el cuerpo al suelo, el autor del disparo no se detuvo a recoger nada, ni registró los bolsillos de su vÃctima, lo que indica que su intención fue simplemente deshacerse de ella.Solución del enigmaEste crimen sucedió en la madrileña barriada de Tetuán de las Victorias, el 9 de mayo de 1954, domingo, por la noche, hacia las diez menos cuarto, justo en el momento de la salida de los cines.Cuando se iniciaron los hechos llovÃa intensamente.Dos parejas de novios tropezaron con el criminal, quien con los ánimos muy encendidos eligió a su vÃctima.El crimen fue absurdo y sin sentido.Se produjo como consecuencia de una cadena de incidentes que empezaron con el tropezón de los novios con el agresor.Este hecho sin importancia se fue envenenando y llegó a la cumbre en el instante en el que intervino la vÃctima, Antonio GarcÃa Ayllón, que trató de mediar para apaciguar los ánimos.El desconocido, que convirtió un pisotón sin importancia en un crimen, fue el estudiante Carlos Leira Fernández-Cid, de 24 años.¿Y cómo se vio envuelta la vÃctima?Por simple casualidad.Cuando trataba de refugiarse de la lluvia observó que sus vecinas, Antonia y Pastora Sánchez, junto con los prometidos de ambas, estaban enzarzadas en una agria discusión con un individuo y quiso intervenir para que sus amigos se encaminaran a sus casas sin mayores males.Cuando lo habÃa logrado, se dio cuenta de que el molesto agresor la habÃa emprendido entonces con otro de sus amigos, Francisco Ortiz.Al tratar de deshacer el equÃvoco fue cuando el delincuente se volvió contra él, apuntándole con la pistola que tenÃa desenfundada
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