[ Pobierz całość w formacie PDF ]
.De modo que, en estos momentos, me siento inclinado a secundar la opinión de mis colegas de que lo mejor sería interrumpir el programa.Erling sintió que empezaba a sudar.Fredrik Rehn no se había molestado en comunicarle aquel pequeño detalle.Aquello era un asunto muy feo.Muy, muy feo.—¿Y viene.en el periódico de hoy? —balbució el consejero.—Sí —respondió Mellberg—.En primera plana y en las páginas centrales.Fragmentos de un diario que llevaba la joven asesinada, pero de cuya existencia nosotros no teníamos noticia.Y que alguien nos ocultó.Es más, la persona en cuestión optó por vendérselo al Kvállstidningen.De modo que, en estos momentos, Hedström y Molin, dos de mis hombres, están trabajando para conseguir el diario y comprobar si es o habría sido de ayuda a la hora de localizar al asesino.—Pues no tenía ni idea.—confesó Erling W.Larson recreando mentalmente la conversación que pensaba mantener con Fredrik Rehn en cuanto saliera de allí.Acudir a una reunión de negocios sin disponer de toda la información era como lanzarse desarmado al campo de batalla, eso lo sabía cualquier novato.Menudo imbécil.Pero Rehn iba a enterarse de que no podía jugar con el consejero municipal de Tanumshede.—Dame una sola razón para que no desenchufe este programa ahora mismo —le dijo Mellberg.Erling guardaba silencio.Se le había quedado la mente en blanco.Todos los argumentos se habían esfumado.Miró a Mellberg, que se echó a reír a carcajadas.—Vaya, por fin te veo indefenso.Joder, jamás creí que ocurriría tal cosa.Pero voy a portarme bien.Sé que son muchos los que disfrutan con esa basura en la tele.De modo que podrán seguir emitiendo, pero, al menor problema.—Lo señaló con un dedo amonestador y Erling asintió agradecido.Había tenido suerte.Se estremeció ante la idea de lo humillante que habría sido tener que admitir ante el Consejo Municipal que no podrían llevar a término el proyecto.Jamás habría podido recuperarse de semejante pérdida de prestigio.Ya estaba a punto de salir cuando oyó que Mellberg le decía algo, así que se dio la vuelta.—Oye.mis reservas de whisky empiezan a menguar.No tendrás ninguna botella de sobra, ¿verdad?Mellberg le guiñó un ojo y Erling le respondió con una sonrisa forzada.A decir verdad, le habría gustado meterle a Mellberg en el gaznate la botella entera.Sin embargo, respondió:—Claro, Bertil, cuenta con ello.Lo último que vio antes de cerrar la puerta fue la expresión de satisfacción en el rostro de Mellberg.—¡Qué cosa más ruin! —sentenció Calle mirando a Tina mientras ella preparaba una bandeja con el pedido de una mesa.—Ya, claro, como tú eres tan honrado.¡Qué fácil es para ti, que nadas en el dinero de tu padre! —le espetó Tina, que casi volcó el vaso de cerveza que acababa de colocar en la bandeja.—Oye, hay cosas que no se hacen ni por dinero.—«Hay cosas que no se hacen ni por dinero» —lo remedó Tina con voz aflautada y una mueca de desprecio—.¡Joder! ¡Es repugnante lo santurrón que puedes ser! Y el cerdo de Mehmet.Tengo que matarlo.—Oye, relájate —le dijo Calle inclinándose sobre la barra—.Recuerda que han amenazado con cortar la grabación si no se lo decíamos.Y tú parecías más interesada en salvar tu propio pellejo.Pero no tienes derecho a hundirnos a todos en la mierda.—Era un farol, ¿no lo entiendes? ¿Cómo iban a eliminar lo único que les ha proporcionado un poco de publicidad? Si viven para esto, coño.—Ya, bueno, pero yo no creo que Mehmet tenga la culpa de nada.Si yo te hubiera visto coger el diario, también lo habría dicho.—Seguro que sí, pedazo de inútil —dijo Tina tan indignada que la bandeja le temblaba entre las manos—.¿Sabes lo que te pasa a ti? Que te pasas los días en la plaza de Stureplan y crees que la vida es así.Ir por ahí tirando de las tarjetas de papá, andar por la vida pasando de currarte nada y aprovecharte de los demás.¡Es tan patético! Y ahora vienes a decirme a mí qué está bien y qué está mal.Yo al menos intento hacer algo con mi vida, quiero algo, tengo aspiraciones.¡Y tengo talento, dijera lo que dijera esa cretina de Barbie!—Ya, así que ahí es donde te duele, ¿no? —repuso Calle burlón—.Escribió algo sobre tu supuesta carrera como cantante y eres tan ruin que decidiste airear su vida en la prensa para vengarte [ Pobierz całość w formacie PDF ]