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.Rob J.le preguntó en qué muelle del rÃo los habÃa dejado.Howard vio cómo la voluminosa figura de Rob J.Cole se cernÃa sobre él y sintió la frialdad y el desprecio en la voz arrogante del médico, y dijo tartamudeando que los habÃa dejado cerca del muelle de Transporte de MercancÃas Tres Estrellas.Rob J.partió directamente hacÃa allÃ, sabiendo que tenÃa muy pocas posibilidades de llevarlos de vuelta a casa.Si las temperaturas hubieran sido tan bajas como en otros inviernos, quizás habrÃa tenido más suerte; pero el rÃo no estaba bloqueado por el hielo y el tráfico era intenso.El director de la empresa de transportes lo miró asombrado cuando él le preguntó si habÃa visto a dos jóvenes que buscaban trabajo en alguna de las chalanas o balsas que se trasladaban rÃo abajo.–Señor, ayer tenÃamos en este muelle setenta y dos embarcaciones para descargar o para despachar, y estamos en temporada baja, y sólo somos una de las muchas compañÃas de transporte del Mississippi.Y la mayorÃa de estas embarcaciones contratan jóvenes que se largan de su casa a alguna parte, asà que ni me fijo en ellos -dijo, no sin amabilidad.Chamán pensaba que los Estados sureños se separaban como el maÃz cuando salta dentro de una sartén caliente.Su madre, que siempre tenÃa los ojos rojos, se pasaba el dÃa rezando, y su padre se iba a visitar a sus enfermos sin sonreÃr.Una de las tiendas de comida de Rock Island estaba trasladando toda la mercancÃa posible a la trastienda y alquilaba la mitad del local a un reclutador del ejército.En una ocasión Chamán entró en el lugar, pensando que tal vez, si su vida fracasaba, podrÃa ser camillero, porque era grande y fuerte.Pero el cabo que alistaba a los hombres levantó las cejas en un gesto cómico en cuanto se enteró de que Chamán era sordo, y le dijo que volviera a casa.El sentÃa que, dado que en el mundo ocurrÃan tantas cosas graves, no tenÃa derecho a angustiarse por la confusión que reinaba en su vida personal.El segundo martes de enero su padre regresó a casa con una carta, y el viernes con otra.Rob J.lo sorprendió, porque sabÃa que le habÃa recomendado nueve facultades, y habÃa seguido de cerca las nueve cartas de respuesta.–Esta es la última, ¿verdad? – le preguntó a Chamán esa noche después de cenar.–Si.De la facultad de medicina de Missouri.Un rechazo -respondió Chamán, y su padre asintió sin sorprenderse-.Pero ésta es la carta que llegó el martes -añadió el joven mientras la sacaba del bolsillo y la abrÃa.La carta estaba firmada por el decano Lester Nash Berwyn, doctor en medicina, de la Facultad de Medicina PoliclÃnica de Cincinnati.La facultad lo aceptaba como alumno con la condición de que completara con éxito el primer curso de estudios, que serÃa un periodo de prueba.La facultad, afiliada al Hospital de Cincinnati del sudoeste de Ohio, ofrecÃa un programa de estudios de dos años, que permitÃa obtener el titulo de doctor en medicina; cada año constaba de cuatro cursos.El siguiente curso comenzarÃa el 24 de enero.Chamán tendrÃa que haber sentido la alegrÃa de la victoria, pero sabÃa que su padre estaba mirando las expresiones "con la condición" y "periodo de prueba", y que se preparaba para una discusión.Alex se habÃa marchado, y ahora él era necesario en la granja; pero estaba decidido a marcharse, a no dejar escapar esta oportunidad.Por varias razones, algunas de ellas egoÃstas, estaba furioso: porque su padre habÃa permitido que Alex se marchara, porque parecÃa condenadamente seguro de que Dios no existÃa, y porque no se daba cuenta de que la mayorÃa de la gente no era lo suficientemente fuerte para ser pacifista.Pero cuando Rob J.levantó la vista de la carta, Chamán vio sus ojos y su boca.La idea de que el doctor Rob J.Cole no era invulnerable lo traspasó como una flecha.–A Alex no le pasarl nada.¡Estará perfectamente bien! – gritó, pero se dio cuenta de que no era la afirmación honesta de una persona responsable, de un hombre
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